Antes que nada quiero darles la bienvenida, muchas gracias por visitarme y leer esta historia, la que tanto disfruté escribiendo.

Nada podría hacer para agradecérselo,

Pablo Sanz.


Disclaimer

Los Personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de la señora Stephenie Meyer, autora de la Saga Crepúsculo, y por lo tanto, esta novela es solamente un Fan Fiction de mi autoría, que no guarda relación alguna con ella o cualquier otra cosa referente a su persona.
Aclaro esto, para evitar malos entendidos.

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viernes, 27 de agosto de 2010

Capitulo Siete: Incidentes.

¡Simplemente Gracias a todos chicos! de verdad no saben lo feliz que me hacen!
Los adoro!
¡No puedo vivir sin mi vida, No puedo vivir sin mi Alma!
Incidentes.

La primera semana de clases pasó rápidamente.
Enseguida me encontré cómoda entre toda la gente. Todavía seguían con el mismo comportamiento del primer día, pero había aprendido a ignorarlos. La atención fue un poco menor al día siguiente, y disminuyó conforme pasaba el tiempo. Así llegó un momento en el que solo despertaba curiosidad en pocas personas, y eso hizo que pudiera desempeñarme mejor en mis ocupaciones.
Pronto me encontré a mi misma disfrutando levemente de la experiencia. Aunque no podía evitar sentirme sola.
Acostumbrada como estaba a mantener relaciones constantes con mi familia, estar allí resultó un poco más difícil de lo que en realidad esperaba. Despertar en soledad, realizar tareas solo por mi misma y no por nadie más, era algo que me resultaba ajeno.
Aunque luego pensé en que eso era en realidad lo que había buscado, y el sentimiento se aplacaba un poco.
A veces pensaba como había logrado mi abuelo Charlie vivir diecisiete años solo en su pequeña casa de Forks. Eso era algo que difícilmente podría haber logrado. Incluso para nosotros, criaturas eternas, resultaba mucho tiempo. Un caso diferente era el de mi abuelo Carlisle. Había pasado cerca de trescientos cincuenta años sin nadie. La diferencia es que él no estaba alejado de nadie, simplemente no tenía a quien extrañar.
Es duro estar lejos de aquellos a quienes amas.

Pero a medida que pasaba el tiempo, me pude mimetizar entre la gente, y una vez que me vi sumergida en ese mundo que tanto deseaba, me sentí relajada.

Steven Collins me abordó a la salida de Historia de La pintura unas semanas después que llegué a Juneau. Había estado rechazando categóricamente todas sus invitaciones para almorzar, para unirme a su grupo de estudio, para salir de noche a algún pub o ir a bailar a alguna disco. No se rendía, y continuaba dirigiéndose a mí con total cortesía y con esa sonrisa suya tan bonita.
No me molestaba que me invitara a tantos lugares, sí que no entendiera que no tenía interés por él.
Era un chico muy hermoso y gracioso en muchos sentidos, pero mi corazón ya tenía dueño, lo cual era algo que no quería explicarle. Primero porque apenas lo conocía, y segundo porque no quería hacer el ridículo al decirle que no me gustaba si resultaba estar equivocada.
Al fin y al cabo, no tenía experiencia en esas cosas, porque en realidad nunca nadie había intentado cortejarme. Jacob había estado presente de todas las formas posibles desde que tenía memoria, siendo exactamente del modo en el que esperaba que fuera. Me era ajena otra forma de ser que no fuera esa, pues todos a mi alrededor, todo el tiempo, se habían comportado cariñosamente y con gentileza. Aunque tal vez ese era el error. Esperar que todos se comporten conmigo de esa forma.
A veces era difícil darme cuenta de que no estaba en Forks, y que la gente que no rodeaba no era mi familia.
Por lo tanto, me era del todo difícil afirmar que la atención que ponía este nuevo chico en mí, fuera algún tipo de segunda intención, quizás su amabilidad se debía a que simplemente era una persona así.

­– ¡Ness! – Saludó mientras tomaba mis cosas para ir hacía Arte. – ¿Cómo estuvo tu fin de semana? – Preguntó.

La verdad nada interesante. Había hablado mucho con mamá y Jacob. Había limpiado superficialmente. También estudié un poco. Nada digno de contar, supuse.
– Estuvo normal. – Contesté por fin. – ¿El tuyo? – Inquirí.
– Bien, fuimos con los chicos a una discoteca que esta muy buena. El viaje es largo, pero mereció la pena. – Se encogió de hombros.
– ¡Bien! – Dije. – Me parece genial que hayas disfrutado tu fin de semana.
El sonrió otra vez, tal vez consciente de que en verdad se lo decía más por una cuestión de educación que porque en realidad me importara.
Steve me caía muy bien. Era un chico amable, que de vez en cuando me hacía sonreír, pero era demasiado insistente y a veces le costaba ver las cosas que deberían resultarle obvias.
– ¿Te puedo acompañar hacía Arte? – Pidió. – Tengo mi siguiente clase en el cuarto piso.
Casi pongo los ojos en blanco. Casi.
– De acuerdo. – Acepté, y me encaminé hacía el lugar. Él me siguió, notoriamente animado. No paró de hablar hasta que llegamos al tercer piso, y tampoco lo hizo cuando me dejó en la puerta del salón, para que entre a la clase.
– Te veo en el almuerzo. – Dijo, antes de darse vuelta y correr hacía las escaleras, porque estaba llegando tarde a su siguiente clase.
Arte contemporáneo era una clase muy interesante, por lo menos desde el punto de vista de la profesora Klee.
El dadaísmo y el surrealismo resultaban sugestivos en sus explicaciones. Como siempre, lo único que pude hacer es tomar muchos apuntes, intentando no ser demasiado veloz, ya que mi bolígrafo se deslizaba más rápido por el cuaderno, que la voz de la profesora por el aula. Ella siempre que se acercaba a mi sitio me sonreía, y observaba mis apuntes impecables con admiración. Tenía una letra muy parecida a la de mi padre, así que mi caligrafía era larga y pulcra.

Al salir de clase caminé hacía la cafetería, la rutina comenzaba a arraigarse en mi cabeza.
Llegué con el tiempo suficiente para pedirme algo. Adentro estaba calido, deliciosamente calido. Tomé asiento en una de las sillas más cercanas a la puerta, y una de las meseras se acercó.
– Una ensalada, por favor. – Pedí a la mujer.
Me hundí en las musarañas, demasiado perdida como darme cuenta de cualquier cosa. Antes de que pudiera regresar a la realidad, Steven estaba sentado a mi lado.
– Hola. – Saludó alegremente. – ¿Puedo almorzar contigo?

Bueno, la verdad es que ya estaba sentado en mi mesa, por lo tanto, no tenía mucho sentido rechazarlo.
– Claro. – Le dije, también sonriendo.
– ¿Cómo estuvo todo hoy? – Preguntó de un modo muy atento.
– Bien, casi no me ha resultado complicado incorporarme a las clases. – Contesté.
– Eso es genial. – Dijo mirándome el rostro. Tal vez algo lo intimidó, porque bajó la vista, y de repente se enfocó en mi mano izquierda, apoyada sobre la mesa.
La observó atentamente, quizás demasiado. Pude saber que es lo que estaba pensando exactamente. No habíamos hablado mucho en esos días que nos conocíamos, por lo que jamás le había dicho que tenía novio, y que seguramente al volver a Forks me casaría. El anillo en mi dedo corazón era una buena prueba de eso.
– Renesmee... – Comenzó, dudando. – ¿Tienes novio?
– Sí. – Contesté con tono seguro. Hice notar en mi voz que estaba enamorada, y que no me tomaba nada a la ligera. – Estoy comprometida, en realidad.

El sonrió nuevamente. Aunque no como siempre.
– ¡Bien! – Respondió. – Que chico afortunado.
– Ambos lo somos. Jacob es el hombre más hermoso y bueno del mundo. – Mis ojos brillaron ante la mención del amor de mi vida. – Tú seguramente también tienes pareja, siendo un chico tan apuesto. – Agregué.
– Lo cierto es que todavía no he encontrado a la indicada. – Contestó. – Aunque quizás este más cerca de lo que imagino.
No sé que fue exactamente lo que vi en su rostro, pero me di cuenta de que estaba entrando en un terreno peligroso. Por eso, bajé el brazo de la mesa, y agradecí que la mesera llegara justo con mi ensalada.
– Aquí tiene señorita. – Dijo cortésmente. – ¿Va a comer algo, señor? – Preguntó a Steve, y pude ver que intentaba coquetear con él. Sentí un flujo de gratitud hacia ella.
– Un sándwich de pollo, por favor. – Pidió el muchacho, ojeando levemente el pequeño menú que estaba en la mesa. Seguramente se dio cuenta del flirteo de la moza, pero no hizo nada.
– Y hace cuanto que estas de novia con el tal Jacob. – Dijo el nombre como si de repente la lengua le pesara cincuenta kilos.

Lo dudé un segundo. Decidí decir la verdad.
– Siete años. – Respondí tranquilamente.
– ¿Siete años? – Repitió asombrado. – ¿Cuántos años tienes, Ness?
– Veinte. – Contesté sonriendo.
– ¿Sales con él desde los trece años? – Parecía atónito.
– Sí, ya hace mucho tiempo que somos una pareja. Podría decirse que era un bebé cuando nos conocimos... – Sonreí de nuevo, ante lo gracioso que me pareció mi pequeño chiste privado.
– ¿Y cuantos años tiene él?
– Veinticuatro. – Dije. – Aunque no los aparenta.

Tal vez en ese momento Steven perdió las esperanzas. Ojala así sea, porque realmente era un chico que me caía bien. No tenía intenciones de que dejara de hablarme, no importaba lo irritante que pudiera ser a veces.
Estuvimos callados cerca de un minuto, un silencio incomodo que me hubiera gustado rellenar con algo, pero no se me ocurría nada. Entonces, llegó la orden de Steven, y él comenzó a comer.
Almorzamos prácticamente callados, solo hablando en algunas ocasiones, de nada en especial. Me sentí mal por él, porque el cambio entre el chico de hacía quince minutos y el que estaba ahora sentado de frente a mí era muy grande. Al sonar el timbre, se levantó rápido.
– Nos vemos más tarde, Renesmee. – Dijo en una voz apenas audible. Una humana definitivamente no lo hubiera oído. Dejó la cafetería en un segundo, y eso, para mi total sorpresa, me hizo sentir culpable.

Bueno, no puedes tener todo, me dije a mi misma. No puedes tener un hombre que te ame, una familia que te apoye, una vida prácticamente perfecta, amigos vampiros maravillosos, y a eso sumarle amigos humanos.
Entendía perfectamente a mis padres cuando me decían que los humanos eran diferentes a nosotros.
Hasta ese momento, nunca lo había creído, pero ahora me daba cuanta d que tenían razón.
Los humanos cambian constantemente, son presos de sus emociones, pasan de la paz a la ira en un segundo, y no hay nada que lo pueda cambiar. Envejecen, y abandonan el mundo, no tienen tiempo para pensar demasiado las cosas. Deben vivir la vida, porque en un segundo todo puede terminar. Sus vidas dan giros demasiado drásticos como para analizar cada paso que dan por el camino que se construyen.
Yo estaría aquí, exactamente igual en, por lo menos, ciento cincuenta años más. Entendía a Steven en cierto modo ahora, pero eso no cambiaba nada.

No me percaté de que me estaba moviendo hacia la siguiente clase, hasta que estuve sentada en una de las sillas. Historia de la Música no había empezado, como siempre, el profesor Wagner solía llegar un poco tarde.
La clase transcurrió delante de mí sin ninguna complicación. Tal vez estuve un poco ida a lo largo de toda la cátedra, porque el nuevo tema, música barroca, era uno que conocía muy bien, por eso cuando el profesor me preguntó como estaba dividido este movimiento, no tardé mucho en contestar.
– Barroco primitivo, barroco medio y barroco tardío. – Había dicho cansinamente.
Quizás él se dio cuenta de que no estaba prestando gran atención a la clase, pero no agregó nada sobre mi comportamiento en cuanto vio que respondí correctamente a su pregunta.
A medida que pasaba el tiempo entre clase y clase, me fui dando cuenta de que muchas cosas ya las sabía, o las había leído en algún momento. Pero igualmente me gustaba oírlas desde la óptica del profesor, pues esto me daba un punto de vista mucho más subjetivo de la información que conocía.




Había pasado ya casi de un mes que me encontraba en Juneau, todo era normal ahora, aunque me seguía resultado nuevo.
No tenía amigos, eso tenía que admitirlo, pero sí tenía algunas personas con las que hablaba. Como Steven, o Samantha Stuart, una chica de mi clase de escultura, y varias personas más entre clase y clase.
Un viernes por la tarde estaba camino a mi coche, cuando vi venir a esa chica con la que ya había hablado antes. Tenía el cabello castaño claro y unos bonitos ojos de color verde brillante. Seguramente me reconoció, porque me saludó gentilmente.
– Hola Renesmee. – Me dijo.
Entonces recordé su nombre.
– Hola Michelle. ¿Cómo has estado? – Pregunté amablemente.
– Bien, la universidad es un poco demandante. – Contestó. – Estoy algo cansada, menos mal que es viernes.
– Sí, yo también. Esto de ir clase a clase cansa mucho. – Dije, aunque en realidad no estaba agotado ni un poco.
– ¡Como me gustaría volver a la preparatoria! Todo era mucho más fácil. – Se quejó con una sonrisa.
– Exactamente. – Asentí, aunque en toda mi vida no había pisado una. – La vida de porrista era mucho más cómoda.

Ella se rió.
Algo tenía que inventar para interactuar con la gente. ¿No? Sino todos pensarían que había estado encerrada en una cueva toda mi vida.
– Sí, esas fueron buenas épocas. – Confirmó. – Ahora tengo que irme rápido a casa. De verdad eres una persona muy graciosa y simpática. – Añadió. – Nos vemos el lunes. Que pases un buen fin de semana.
– Igualmente, nos vemos el lunes.

Subió a su coche, arrancó el silencioso motor y condujo hasta la salida. Al cabo de poco tiempo, se perdió de vista.

El fin de semana en casa resultaba una rutina mortalmente aburrida. Intentaba ir muy poco de caza. Tomaba comida humana casi siempre, y eso era suficiente para sobrevivir, aunque ni la mitad de satisfactorio. Incluso la sangre del más insulso de los herbívoros hubiera estado mejor.
Si quería convivir con humanos, tenía que comportarme como ellos. Además tampoco sabía bien a donde debía ir. Mirase donde mirase, había nieve, bosques templados, y más nieve. Lo único que podría conseguir fácilmente si recorría el norte del estado, sería pingüinos, y la verdad es que no estaba segura de si me simpatizarían, eran demasiado fáciles de atrapar, aunque de hecho no había intentado cazar uno nunca.
Pensé en mi sed. Esa sensación que me hacía sentir seca como un hueso. Al principio me había costado adaptarme a la universidad por todos esos aromas distintos, cada uno tentador a su manera.
Ahora, varias semanas después, era algo que podía manejar muy bien. Era cuestión de práctica, tal cual había pensado. El hormigueo era constante, y algunos de mis reflejos involuntarios estaban listos y tensos para el menor signo de debilidad. Pero esa no era una opción, desde luego.

El sábado a la tarde llamé a Jacob directamente a su móvil.
– Hola, amor. – Saludé una vez que me atendió.
– ¡Renesmee! – Contestó inmediatamente. – ¿Cómo estas? Te extraño tanto...
– Yo también, Jake. A veces es muy difícil no tenerte a mi lado. – Le dije, apenada.
– Eso lo sé. – Rió. – ¿Todo esta en orden? ¿Te has acostumbrado a la vida de la universidad?
– Bueno, supongo que sí. La verdad es que no me he hablado con casi nadie desde que llegué, pero las clases son interesantes.
– Tal vez pronto te hagas montones de amigos, solo es cuestión de tiempo. – Dijo, muy convencido.
– Espero que sí. No es que me moleste no hablar, ya sabes que en realidad nunca me ha gustado mucho, solo que no comunicarme con nadie por ningún medio, me hace sentir rara.
– Guarda tus trucos de salón para otro momento. – Se rió calidamente. Pero luego su voz se torno sería, melancólica. – La vida aquí es muy diferente si no estas...
– Todo en mí es diferente sin ti. – Respondí en un susurro.
– Sabes que no lo digo para que te sientas culpable, pero me gustaría mucho estar contigo ahora. – Se lamentó.
– Sé que no es tu intención, amado mío. A mi también me gustaría estar contigo. – El corazón me dolió fuertemente por un instante.

Suspiró pesadamente antes de agregar.
– No quiero que te pongas mal, Nessie. Cuando vuelvas todo será perfecto. – Su voz cambió de nuevo, a un tono muy parecido al que tenía siempre.
– Claro, estaremos juntos... siempre. – Eso era un consuelo enorme.
– Solo tienes que disfrutar el momento, Ness. Recuerda que esto es algo que tú querías. – Me recordó.

Tenía razón.

– Sí, eso ya lo sé. Lo estoy disfrutando, pero tal vez mis expectativas eran un poco diferentes. Creo que no era esto lo que estaba esperando.
– ¿Quieres regresar? – Preguntó, y el timbre levemente esperanzado de su voz fue como un ladrillo en el estomago. Un ladrillo enorme de culpa.
– No por ahora. Quiero quedarme y ver que puedo sacar en limpio de todo esto. – Respondí, y casi pude sentir como su estado de ánimo decaía. – Lo siento, Jake. Te amo mucho, y espero que puedas perdonarme por haberme alejado de ti. Soy egoísta.
– Claro que no lo eres. – Dijo rápidamente. – Ya hemos hablado de eso. Yo también te amo, mi amor. Eres todo cuanto quiero en la vida.
– Eres demasiado bueno para mí. A veces pienso que no te merezco. – Comencé.
Él bufó, claramente en desacuerdo.
– Ness, de nosotros dos, el que debería alegrarse por su suerte soy yo. Jamás podría ser lo que soy si no fuera por ti. Tú eres la razón por la que mi corazón puede amar con tanta desesperación.

Continuamos hablando por horas, diciéndonos cuanto nos amábamos y nos extrañábamos. Al final, nos vimos obligados a cortar.

El algún momento del domingo, la señora Roberts subió hasta mi puerta para darme otra tanda de galletas horneadas. La invité a pasar, pero se excusó diciendo que tenía muchas cosas que hacer.
– Lo siento querida, hay mucho que ordenar y clasificar en mi casa. La verdad es que no tengo ni la mínima gana de hacerlo, pero bueno... – Dijo. – Te veré otro día, corazón.


El lunes me encontró animada.
Quizás fuera porque mi conversación con Jacob había logrado alentarme, o simplemente porque todo comenzaba a encajar en su lugar. No lo sabía.
Lo que importaba era que cuando llegué al campus, pude sentir un aura de energía positiva recorriéndome el cuerpo.
Las clases se sucedieron como borrones poco definidos, porque en verdad estaba en un estado muy cercano a la somnolencia, en el cual era incapaz de registrar muchas cosas.

A la hora del almuerzo comencé a poner los pies sobre la tierra, y ser mucho más consciente de todo.
Hacia mucho frío afuera, y caminar se dificultaba porque el frío de Juneau cristalizaba rápidamente la lluvia que caía sobre el suelo. Si bien no había llovido demasiado desde que había llegado a la cuidad, la persistente capa de nubes no había flaqueado en ningún momento. Gracias a ello, pude sentirme como si en realidad estuviera en casa. Al menos en el mas intranscendental de los sentidos.
Al entrar en la ya conocida cafetería, no me sentí como un extraño que asiste a una fiesta a la que nadie ha invitado. Las miradas furtivas se habían reducido al mínimo, y hasta se habían vuelto soportables.
Steven no había dado acto de presencia en todo el día. Eso era algo bueno. No habíamos vuelto a hablar desde que le dije que estaba comprometida, y eso hizo hacerme sentir bien. Si había albergado alguna esperanza en esos pocos días que nos conocíamos, seguramente ya las había perdido.
Aunque no podía evitar la culpa. ¿Era posible que pudiéramos llegar a tener una relación de amistad sin involucrar otros sentimientos?

En una mesa, estaba sentada la chica que mejor me caía entre todos mis nuevos conocidos. Michelle.
Me acerqué lentamente, sonriendo, esperando no estar interrumpiéndola. Sobre la mesa tenía un libro de arte, uno que nos habían asignado para leer.
– Hola Michelle. – Saludé.
– ¡Renesmee! – Respondió sonriendo. – Siéntate, por favor. Hoy no tengo compañera para el almuerzo.
Tomé asiento a su lado, animada ante su jovial bienvenida.
– ¡Gracias! – Le dije. – Es aburrido almorzar todos los días sola.
– Bueno, hoy no va a ser así. – Apuntó divertida.

Hablamos todo el almuerzo, y fue divertido estar con ella, aunque sea ese momento.

Y los días continuaban pasando...

Incluso volviéndose monótonos, aunque intentaba pensar que esa sensación se me pasaría en cualquier momento, cuando estuviera completamente acostumbrada a mi nueva vida.
Steven volvió a hablarme unos días después. El cambio en su personalidad fue significativo. Seguía sonriente, amable y todo lo demás, pero tuve la sensación de que ahora era diferente.
Un poco más forzado, no lo sabía. Al principio llamó mucha mi atención, pero luego dejé de pensar en eso. Tal vez solo era algo producido por la culpa y mi imaginación desbordada.

– ¿Qué tal, Nessie? – Había preguntado la mañana de un miércoles en el que llovía demasiado como para pasar mucho tiempo al descubierto. Se había acercado a mi auto, y dejado el suyo estacionado al lado del mío. Su cara estaba ligeramente ojerosa, como si hubiera estado desvelado.
– Stev... – Saludé, sonriéndole. – Todo bien, por suerte. – Respondí. – ¿Qué hay de nuevo?
– No mucho, la verdad. – Dijo sin mucho ánimo. Aunque luego, después de vacilar un poco agregó. – Oye, después de clases me gustaría hablar contigo de algo. ¿Te parece bien?

Me sorprendió demasiado su repentina proposición.
– ¿De que quieres hablar? – Le pregunté, para que me adelantara algo que me sirviera para saber si debía o no aceptar.
– Solo de algunas tonterías. No me he estado comportando bien en estos días. Quisiera aclarar unas cosas. – Respondió lentamente, analizando muy bien cada una de sus palabras.
– No hace falta que te disculpes, y no he notado que te hayas comportado mal conmigo en estos días. – Mentí. Sí lo había notado, pero si con eso podía evitar alguna complicación, lo aceptaría con gusto.
– Bueno, de todos modos, creo que sería mejor que habláramos de algunas cosas. Sin presión. Si no quieres, no estas obligada. – Dijo al final sonriendo, con una sonrisa muy parecida a la que era habitual en él.

Mi naturaleza curiosa entró en acción en ese momento, y aunque tendría que haberme dado cuenta en el acto de la situación, no lo hice, y terminé aceptando su petición.
– Esta bien, después de clases te espero aquí. – Le avisé. – Así podemos hablar.
– Genial. – Convino, y se fue camino al segundo edificio, donde según creía, tenía una de sus clases.
Aseguré el auto y caminé a mi clase.



Ahora, que tenía una buena temporada en Juneau, comenzaba a darme cuenta que las cosas no eran como me las había imaginado. Había planificado en mi mente una situación diferente. Relacionarme con varias personas, poder conversar, llenar los vacíos que había originado al apartarme de mi hogar. No había sido consciente de muchas cosas. Tal vez mis padres lo sabían. Ellos más que nadie entendían que no éramos personas normales. O en el peor de los casos, ni siquiera éramos personas.
Había soñado con algo muy diferente... encajar desde el principio, relacionarme con todos, y lograr así eso que buscaba.
En esos momentos, realmente pensándolo en frío, ¿Mi vida había sido en verdad tan monótona como para alejarme de mi familia?
No, claro que no.
Y entonces fui cayendo de a poco en esa sensación mitad culpa y mitad desilusión...
En el amargo sabor que me dejaba el desencanto, descubrí la certeza de que lo que estaba buscando, no lo iba a encontrar en Juneau...

¿Pero que era lo que buscaba? ¿Y donde lo encontraría?

Primero que nada, intentaba conectarme conmigo misma, hallar a la Renesmee que no era solo una mitad humana, mitad vampiro. Que en realidad no era una tonta niña malcriada, sino una mujer madura, responsable y digna de confianza... también me hubiera gustado que en ese trayecto, que desde luego no sería fácil, pudiera lograr tener amigos humanos, con los cuales pudiera ser yo misma, y mostrarme de una forma agradable.
Pero había algo que desde el principio no había estado bien.
No podía mostrarme a mi misma. Ese hubiera sido un grave error.

Ahora me daba cuenta que no había contado con un factor importante.
Yo no era humana. No una como todos los demás, por lo menos.
Aunque a veces quería creerlo, y de hecho así era como me sentía la mayoría del tiempo. Mi sobrenaturalidad saltaba a la vista tan solo con echarme un rápido vistazo. Y ese era el motivo por el que nadie se acercara a mí. La piel pálida, la belleza imposible, la suspicacia, la velocidad mental... todo en mí hacía notar que en verdad no era como ellos.
Porque no era solo la hermosura lo que los espantaba, gente bella hay en todo el mundo. Era algo más, ese sentido intrínseco en la naturaleza de los hombres, que le hacían ver que nosotros, los vampiros, no éramos la compañía adecuada.

Pocas veces me había detenido a pensar en porque mi tía Rosalie estaba tan resentida con su vida. Ahora, quizás podía entenderla un poco mejor.
Nunca íbamos a cambiar, ni siquiera en lo más mínimo. El mundo iba a girar a una velocidad vertiginosa a nuestro alrededor, y nosotros estaríamos al margen de los cambios que se producirían en consecuencia. Como si no formáramos parte de él, como si en realidad no existiéramos.
Rocas vivientes, ese era el termino que utilizaba mi padre para describirnos. Pero incluso las rocas cambian de vez en cuando. Nosotros ni siquiera teníamos esa oportunidad.
Aunque lo cierto es que no deberíamos existir. Y yo mucho menos, porque si los vampiros no tenían que formar parte del mundo, desde luego tampoco yo tenía mucho que hacer.
Entonces todo se tornó exiguo, demasiado previsible. Y el tiempo comenzó a transcurrir indiferente a todo, en especial a mí.



Michelle y Steven, que no tenía idea si se conocían, no se mostraban reacios a relacionarse conmigo. Pero eran la excepción a la regla. La mayoría solo tenía el valor, o la descortesía, de mirarme fijamente, sin reparar en que me diera cuenta o no de ello. Evitaban hablarme, y mucho menos conocerme.
Quizás solo ellos estaban destinados a ser mis nuevos amigos. Por lo menos tenía que intentarlo.

El día no mejoró. La lluvia continuó cayendo fuertemente a lo largo de toda la mañana, y solo dio un poco el brazo a torcer el medio día, cuando las gotas se hicieron un poco más delgadas, pero no menos persistentes.
Deambulaba de un lugar a otro como un fantasma. No sabía que tipo de fuerza me llevaba en particular de una clase a la otra.
Había adquirido la costumbre de almorzar con Michelle. Solo compartíamos una clase, la del lunes, y por eso estábamos relativamente poco juntas. Nos llevábamos bien, o al menos eso quería creer.
Ella tenía otras amigas, pues había hecho cambios en sus horarios para compartir con las demás chicas que había conocido desde el principio del año. Yo no había tenido esa suerte, así que dejé mi horario tal cual me lo habían dado, y me limité a asistir a mis clases.
Comos sea, al momento de entrar en la cafetería, ella me esperaba en el lugar de siempre.
– Hola, Ness. – Saludó. – Ya he pedido por ti. Ensalada ¿No? – Me miró ceñuda.
– Gracias. – Dije, sonriendo. – Siempre como demasiado de noche. Por eso solo pido algo ligero al medio día. Casi no tengo hambre.
– No hay problema. Tengo que preguntarte algo. ¿Has hecho ya la tarea de Arte contemporáneo?
– Sí, si quieres te la muestro, justamente la terminé ayer a la noche. – Le respondí rápidamente.
– Perfecto. – Convino.
Estuvimos hablando todo el almuerzo, aunque siempre de la universidad. Al llegar casi el momento de despedirnos y encaminarnos cada una a su siguiente clase, ella me detuvo.
– Ten mi número de móvil, Nessie. – Dijo, y lo anotó en una esquina de su cuaderno y lo arrancó para alcanzármelo. – Llámame cuando quieras, podemos salir a tomar algo, o de compras, como quieras. – Sonrió.
– Gracias, ahora mismo guardo tu número en la agenda. – Dije, y lo deslicé por mi bolso para hacerlo en cuando pudiera.
– Genial. Estoy llegando tarde. – Se despidió Michelle. – ¡Espero tu llamado! Cuídate. – Luego se fue casi corriendo a clase.
Sonreí. Bueno, tal vez las cosas iban a comenzar a salir como lo esperaba. Quizás no necesitaba muchos amigos, ni mucha gente con la que hablar. Tal vez solo esta chica amable era suficiente.


Fue una sorpresa encontrarme en mi coche al final de la tarde. Tampoco había sido capaz de discernir con completo criterio como había pasado nuevamente el tiempo tan rápido.
Casi había olvidado mi acuerdo con Steven esa mañana, por lo que me tomó por completa sorpresa cuando golpeó suavemente mi ventana.
– Nessie, teníamos que hablar de algo. ¿Lo recuerdas? – Comenzó.

Y la curiosidad se hizo presente nuevamente.
No tenía idea de que quería decirme. En cierta forma, había sido bueno que no me hablara por unos días. Su persistencia había estado a punto de agotarme, y eso no era bueno. En cualquier momento hubiera perdido la paciencia. Pero ahora, que se mostraba cauteloso y con cierto recelo, tampoco era buena señal.
Salí del coche, y subí la capucha de mi tapado. Hacía frío afuera, y aunque no me afectara, eso era el comportamiento esperable. Mis rizos color bronce se escapaban cual largos eran por los costados, y caían en cascada sobre mis hombros, contrastando enormemente con el tapado negro que llevaba.
Él se sonrió.
– ¿Quieres caminar un poco por el parque? – Preguntó.

Dudé. No estaba como para caminar con la lluvia que caía y el viento que se arremolinaba por doquier, pero acepté, para ver a que me llevaba todo esto.
Nos desviamos por uno de los caminos que zigzagueaban por el campus, y me condujo hacía en paraje desierto, cubierto de nieve. Era un lugar bonito, y solitario.
Se detuvo en una de las mesas que decoraban el lugar, y se apoyó en ella. Me observó atentamente unos segundos.
– Entonces, ¿De que querías hablar? – Pregunté tras un momento de silencio incomodo.
– De varias cosas, Ness. Lo primero, es que no he comportado bien en estos días. Lo siento, es que lo vi necesario para ordenar mis ideas. – Comenzó. Luego dudó unos segundos, en los cuales mi miró con aprensión – La verdad es que desde te conozco, no he podido pensar en otra chica. No te puedo sacar de mi mente. Anoche no dormí, pensando toda la noche en ti. Creo que estoy enloqueciendo. – Sentí una punzada de culpabilidad en el estomago.

– Lo siento, Stev... nunca fue mi intención que pasaran esas cosas. – Susurré.

Sus ojos grises se empequeñecieron, como si dudara de mi palabra.

– ¿Estas segura? – Preguntó. – ¿En verdad no querías que suspirara por ti?

Me quedé petrificada. Aun sin comprender nada de lo que estaba diciendo.

– No entiendo que quieres decir. – Contesté.
– ¿En serio? – Compuso una cara irónica. – De verdad no creo que sea muy complicado darse cuenta.
– Si es tan obvio, deberías explicármelo. – Respondí algo irritada ante su mordaz respuesta.

Se puso de pie y caminó hacía mí. Era más alto que yo, y a primera vista parecía mucho más fuerte.
Claro, solo en apariencia.
Al llegar justo en frente de mi rostro, sonrió.
Aunque su sonrisa no era como la había visto antes. No había franqueza en su rostro, ni encanto, ni inspiraba confianza. Absolutamente nada de eso.
Era una sonrisa vacía, la de alguien que intenta verse amable en contra de su voluntad. El tipo de sonrisa que pondría un cazador ante su presa. Una que podría emplear un vampiro ante un humano frágil y acorralado.

– Me gustas mucho, Renesmee. – Dijo. – Eres tan hermosa... jamás en toda mi vida he visto a una muchacha más exquisita que tú... – Suspiró pesadamente. – tu belleza no se compara con nada. Te deseo, más que a nada en el mundo...
El brillo de sus ojos era demasiado sombrío como para que esa fuera una escena romántica en la que un chico se declara ante su enamorada. Su mirada era glaciar, calculadora.
Asustaba.
Su respiración candente originaba una pequeña neblina al hacer contacto con el ambiente frío en el que nos encontrábamos, y sus aspiraciones se hacían cada vez más pesadas y profundas.
No podía asegurar si tenía miedo. Todo era demasiado confuso como para pensar en otra cosa que no fuera salir rápido de esa situación.

– De verdad lamento no haber puesto a tiempo una barrera entre nosotros... – Susurré, apenada. – Yo no veo en ti más que un amigo...

– ¿Estas segura? A veces creo que yo también te gusto. ¿No te sientes atraída, ni siquiera un poco? – Preguntó, avanzando un paso más hacía mí, dejando su rostro, y su aliento, a solo unos centímetros del mío. Levantó una de sus manos y tomó mi muñeca, intentando arrastrarme hacía él. Retrocedí, liberándome, ahora asustada ante su comportamiento.
Pero no era miedo por mi seguridad. Sabía que Steven era solo un humano, débil y demasiado estúpido. Solo necesitaría un mínimo de mi fuerza para derribarlo y ponerlo en su lugar. El miedo era originado por algo más profundo. ¿Podía llegar a perder el control? La calma todavía no me había abandonado.

– Vamos... – Continuó. – Sé distinguir la mirada de una chica interesada.
– Evidentemente, esta vez te falló el instinto. – Dije, alzando la barbilla y utilizando un tono arrogante. Quería que entendiera que se había pasado de la raya. – Porque no me interesas en lo más mínimo. – Le dediqué una mirada de asco.
– Me gustan las chicas con carácter, lo hace más interesante... – Utilizó una voz que intentó ser seductora, pero cada segundo que pasaba solo lograba que quisiera salir corriendo de allí.
– No me interesa el tipo de chicas que te gustan. – Dije, esta vez elevando la voz considerablemente.
Comencé a deslizarme hacía el camino que me llevaría de nuevo hasta mi auto, pero me bloqueó rápidamente.
– Si hay algo que detesto, son las negativas. – Musitó. Sus ojos estaban más salvajes que al principio.
– Entonces acostúmbrate, porque nunca recibirás más que eso de mi parte. Y ahora apártate, no quiero hacerte daño... – Le advertí, me estaba sacando de mis casillas demasiado rápido.
Bufó escandalosamente, como si le hubiera hecho un chiste.
– No concibo la forma en la que puedas hacer eso... – Y rió con toda arrogancia.
– No tienes idea de con quien estas hablando... – Susurré, consumida por la ira.
– Claro que la tengo. Con una tonta niña rica, que cree que puede tener a su disposición a quien quiera y cuando quiera. No tienes idea de lo que es el mundo real... Ahora no están mami y papi para defenderte... Ness. Despierta de tu sueño, vive la realidad. – Se acercó de nuevo, intentando avasallarme con su presencia.
– Solo estas diciendo estupideces, Steven. – Mascullé, con la mandíbula tensa por su comentario. Aunque un rincón de mi mente comenzó a preguntarse si en verdad tenía razón.
Se carcajeó taciturnamente.
– ¡Vamos! Sabes que te gusta hacer que los hombres estemos pendientes de ti... Esa mascara de niña inocente no es creíble, Renesmee... Te encanta provocar.

¿Acaso en verdad estaba loco? Este no era el chico con el que había conversado varias veces a lo largo del último mes.

– No estoy acostumbrado a que una chica me rechace. Y menos que menos tú. Haríamos la pareja perfecta, Renesmee. Tu eres hermosa, y yo también. Todos querrán ser como nosotros... Seremos los reyes de la universidad. – Dijo, contemplando el horizonte que estaba a nuestro alrededor.
– No me interesa reinar en ningún lado. Ahora aléjate. – Repetí. – De verdad no sabes con quien te has metido.
– Demuéstramelo, entonces. Muero de ganas por saberlo. – Musitó desafiante.

Luego deslizó sus manos por mis brazos, y me encontré demasiado shockeada como para hacer algo. Comenzó a acariciarme suavemente los hombros, recorrer mi espalda, y me empujó hacía su cuerpo. Al final, se inclinó hacía mi rostro decidido a besarme.

En ese momento comencé a temblar de rabia. Todo se volvió borroso, pero no como antes, cuando no tenía idea de donde estaba, sino que ahora solo podía ver una cosa, todo lo demás era difuso. El rostro de Steven estaba de frente a mí, y por un segundo deseé que nos encontráramos en un lugar incluso menos recurrido que el solitario paraje donde estábamos. Deseé con mucho ahínco deslizar mis manos por su cuello y romperlo con la mínima presión de mis dedos. Tomar su frágil cráneo y despedazarlo...

Las convulsiones se hicieron más violentas, y todo mi ser temblaba. Tuve la corazonada de que esa era la sensación que Jake experimentaba antes de transformarse en lobo.
– No tengas miedo, Renesmee. – Dijo, al percatarse de mi estremecimiento, mal interpretándolo. – Te va a gustar... a todas les gusta...
Y dicho eso, comenzó a inclinarse de nuevo, decidido a apoyar sus labios en los míos.
La furia explotó entonces dentro de mi cuerpo, decidida a destruirlo.
Una de mis manos se deslizó hacía su cuello, y por un segundo, vi el brillo triunfal de sus ojos, pues creía que me rendía a sus encantos. Pero desde luego, era todo lo contrario.

Y en tan solo un segundo, el cazador se volvió presa...

Lo levanté del piso al estirar todo mi brazo, con su suave y suculenta garganta a solo centímetros de mis dientes, ahora desnudos, al estar mis labios contraídos...
Un gruñido bajo, pero igualmente salvaje, se deslizó desde el fondo de mi pecho, y como respuesta el rostro de Steven compuso una mueca de terror.
Pataleó, con sus pies colgando en el aire, demasiado asustado como para hacer otra cosa. Tomó mi mano, en un intento de deshacer el agarre que lo mantenía prisionero, aunque era inútil. Su fuerza no se comparaba para nada con la mía.
Todo estaba teñido de rojo, y no me hubiera costado nada apretar solo un poco más. La arteria aorta le explotaría, su cuello se quebraría fácilmente...

Pero no podía.
¿Acaso los Cullen no éramos diferentes? ¿No estábamos comprometidos con la vida humana? ¿No nos jurábamos respetarla, y de ser posible, protegerla?

Steven seguía prisionero, y se estaba poniendo cada vez más nervioso. Su rostro comenzó a teñirse de azul, pues lo tenía tan apretado que se estaba quedando sin aire. Lo solté, y cayó al suelo en un gran estruendo.
Solo necesité un segundo más para darme cuenta de que había cometido un error.
No importaba lo mucho que ese tonto mortal me hubiera apabullado, lo más lógico habría sido salir corriendo, pero lo cierto es que nunca había pasado por una situación así. No había tenido idea de cómo reaccionar, porque jamás en mi corta existencia, alguien había sido así de impetuoso conmigo. Ni siquiera los Vulturis, que había querido matarme, se habían comportado así.
Mis ojos estaban clavados en el muchacho, que ahora estaba revolcándose sobre la nieve, recuperando el aire que había perdido. Sus jadeos se volvían más regulares y ligeros conforme pasaba el tiempo.
Había perdido en control, y terminado delatándome. Simplemente porque era imposible que fuera más fuerte que Steven. Jamás una muchacha con mi uno setenta y ocho de estatura, y mi peso, hubiera podido levantar a un chico de un metro noventa a treinta centímetros del suelo y, por si fuera poco, con una sola mano.

Stev se levantó, presionando una de sus manos contra la garganta. Me miraba asustado, sorprendido.
Había pánico en sus ojos. Repulsión.
– Steven... – Comencé a decir, intentando explicarle, mientras me adelantaba un paso hacía él.
– ¡Aléjate de mí... fenómeno! – Gritó, retrocediendo al menos un metro con un repentino salto.
– Déjame explicarte, no fue mi intención hacerte daño. – Susurré.
– ¡No! No quiero escucharte, Renesmee. Eres un fenómeno, y me encargaré de que todos se enteren...

Y salió corriendo, sin mirar atrás.

Me dejó allí sola, desconcertada. Estaba demasiado confundida como para saber que era lo que tenía que hacer.
Una lágrima comenzó a deslizarse sobre mi mejilla, y antes de que pudiera hacer algo, estaba llorando a borbotones, incapaz de detenerme.

Todo había sido un error.
Venir a este lugar, alejarme de mi familia, y sobre todo de mi Jake.
Oh... Jake, que estupidez tan grande fue apartarme de ti.
Tenía que venir hacía Juneau para darme cuenta de algo que tendría que haber sabido. No había mejor lugar que aquel en el que estuviera con mi familia.
Me senté en la misma mesa en la que Steven se había apoyado unos minutos antes, y descargué mi frustración.
Las lágrimas parecían no acabarse jamás.
Lloré por mi ingenuidad, al creer que los humanos eran buena compañía para mí. Me había equivocado. Demasiado.
Lloré por mi presunción, al creer que encajaría entre ellos. Al pensar que podía mimetizarme con las personas, llegar a conocerlas en profundidad.
Lloré por mi egoísmo, al lastimar a mis padres y a mi novio al alejarme...

Lloré, simplemente lloré...

36 comentarios:

am dijo...

ya sube los otros capitulos que muero x la curiosidad U_U

aileen cullen dijo...

me encanto Pablo...!!! jajaja creo que ya te sabes esta palabra de memoria de tantas veces que la digo...pero es que eres genial, sigue asi.....se te kiere

Mariana dijo...

Pobre nessie pasar por algo así con un chico y encima haberse expuesto de esa forma... escribe pronto quiero saber que es lo que sucede

Pabli Sanz dijo...

Chicos! firmen por favor! dejen sus comentarios! de verdad lo agradezco!

Pabli.

candy XD dijo...

waaa!!!!
me encanto....
quiero saber que sucede otra vez con nessie...creo que todo el mundo te o dio pero eres muy bueno en esto..no dejes de escribir y espero que subas pronto el otro.
=)

Anónimo dijo...

esta genial!!! no tengo palabras para expresarlo.
avisanos cuando publiques espero que sea pronto pero sin presion creo que todos esperamos que el conflicto de Renesme se solucione.
Sigue asi vas muy muy bien.
Felicidades

Anónimo dijo...

mas, mas, mas, mas, mas!!!!!!!!
Me encanta... soy super fan de tu historia... Espero los siguientes capitulos con mucha curiosidad...!!!!!!!!!!!!!

Melisa Barrenechea dijo...

staa demasiado bueeno !!

Anónimo dijo...

dios que bueno eres me encanta sigue suybiendo mas y no te tardes tanto muy bueno este capitulo me encanto sigue escribiendo

tatys dijo...

oh por dios me encanto este capitulo, por fis por fis no te demores en subir el proximo!!! eres un escritot wao!!! en serio no te demores!!! y pobre nessie quiero saber que va a hacer ahora!!! sube el cap pronto por fa!!!

Anónimo dijo...

muero por leer el proximo capitulo... es lo maximo.. te felicito de verdad!!

Anónimo dijo...

pobrecita!! odio a steve XD ... que vuelva a forks. Amé el capítulo... tendremos que esperar hasta el próximo sábado para leer el otro? :(

Fran Sazo dijo...

Pablo!! Me encanto, un capitulo maravillozo, espero los demás con ansias, espero todo se solucione para nessie! Muchos cariños y sigue así!

Anónimo dijo...

Hola Pabli¡¡¡ esta vez me has dejado petrificada, no me esperaba algo asi, cada vez esta mas interesante y eso que solo es el principio¡¡te animo de corazon a que sigas asi,porque este capitulo es la guinda de los otros seis¡¡como siempre un trabajo impecable y como dicen aqui mas mas mas¡¡¡ jajjaja un beso grande y saludos desde Alicante(España).
Mar

Anónimo dijo...

wow me encanto este capitulo esta fabuloso
sigue haci y sube rapido el proximo quiero saber que va a pasar estoy pero realmente ansiosa
xau que estes bien muchisimos cariños
constanza melipilla, chile

Anónimo dijo...

ja que bueno, espero el proximo, muero de curiosidad en saber que va a pasar, te felicito

Anónimo dijo...

muy bueno...!! no tardes en publicar el sig. xq me muero de curiosidad... felicidades

Anónimo dijo...

uffff...
Pablo, en realidad me dejas sin palabras.
Escribes genial, te felicito:)

Anónimo dijo...

me encanto!!!!!!! nunca me lo hubiese imaginado.pobre nessie.
me muero de curiosidad.
sos genial!!! me encanta lo que haces
segui asi!!!

Anónimo dijo...

pablo ponfo mi nombre"flor" jaja me encanto no puedes adelantar un poquito para que salga el siguiente es que tod@s nos quedamos con la intriga

Anónimo dijo...

hay siiiiiiiii!!!!! porfis no deberían ser tan espaciados.... y menos cuando esta asi de bueno :D... tu publico te aclama!!!! :) yo se y soy conciente que debes tener muchas cosas por hacer... pero porfis.. no nos dejes asi de intrigados :) gracias!!!!!!

Sary Madera dijo...

Super bueno este capitulo!!
Quiero el proximo para saber que pasa con la pobre Nessy...!!

Patrulla Dragón dijo...

Muy bueno Pabli! Espero el Proximo capitulo! :D

Samantha dijo...

Hola Pabli, esto esta buenísimo, ojala tengamos pronto el próximo capitulo!! Un beso!

Anónimo dijo...

me encantoooo
porfa publica rapido el proximo capitulo me muero por leerlo :D
un besooo!

Anónimo dijo...

No tengo palabras, es taaan *-* Pobre nessie, delatarse de esa forma, ¡Sabia que algo sucederia con ese chico steve! Esto se pone bueno, muy bueno! mil gracias Pabli! Atte: Gabriela Hudsoon

Anónimo dijo...

...cuando publicas el 8tavooo ?

Anónimo dijo...

no puedo creer ese chico q bueno q nessi le haya dado ese susto para q no ande de abusadorsito..y sera q si regresara ahora con su familia y veremos en escena a la fam.cullen edwar y bella asiendo el papel de padres y a jake como su prometido compatiendo abenturas juntos ...lyon

Anónimo dijo...

Llore simplemente llore...
amo los finales, esos que despiertan curiosidad, curiosidad por recorrer con vos, el hermoso mundo de la fantasia!
sabes que te amo!
tu fan numero 1 desde siempre!

Anónimo dijo...

Hola! Me encanta la historia.La verdad es que lei varias continuaciones para amanecer y esta es la que mas me gusto porque seguis muy bien el argumento de la saga.
Segui asi!
Muy buena la historia!
Sol

Anónimo dijo...

Hola!! mi nombre es walis soy de Venezuela.. Amm me gusto mucho este capitulo, la verdad te habia subestimado, pense que lo que ivas a hacre con esta historia era hacerla super cursi pero creo que me he equivocado, voy a leer los siguientes capitulos, espero volver a sorprenderme!! Felicidades vas a ser un buen escritor!

Isabel Ng Wu dijo...

:(
este capitulo fue triste!!!
:'(
me diooo....
pero nada!!!
k renesme siga adelant con su viida!!!
me gusto muchoo
aunk fue trist

lisy dijo...

Felicidades! Pabli,
Muy emocionante este capitulo. Steven mostrando 3 personalidades, primero de caballero,luego de Don Juan y por ultimo de cobarde. Buena combinacion para un personaje fuerte.

Cariños y besos,

LISY

marisa dijo...

genial simplemente genial.....

Rubita dijo...

guaaaaauuu , simplemente me encantó empece a leer tu historia y la verdad q cada vez me atrapa mas confieso q no me gustó mucho como nessie se alejó sin ningún motivo muy fuerte aparentemente y parecia no extrañar al amor de su vida pero esto se esta poniendo bueno!!! jaja , seguí asi sos genial escribiendo, no quiero terminar de leer la historia lo bueno es q todavia me falta mucho!!! jajajaj, un beso grande

Anónimo dijo...

pobre ness... ese chico estupido jejeje... kt